Singapur es una ciudad verde, y no ha llegado a ser lo que es de la noche a la mañana, es decir, esto no fue un accidente de la naturaleza, sino fruto de muchos años de esfuerzos que han permitido aunar las voluntades políticas y el trabajo de los hombres para llegar a ser la ciudad que hoy es.
Hace unas cuatro décadas comenzó el programa ecológico que impulsaría el ex primer ministro Lee Kuan Yew, con tal de hacer de Singapur una atracción verde. Este ex primer ministro puso en marcha la Campaña de Plantación de Árboles en 1963, y hoy en día, el gobierno continua comprometido con el programa, al verse los beneficios que representan para la ciudad.
En Singapur se privilegió la plantación de árboles de rápido crecimiento, y que además fueran fáciles de mantener, así es posible conservar con más posibilidades de sobrevivencia las especies vegetales plantadas.
A lo largo de las carreteras también se fue plantando diversas especies, cubriéndose los extensos muros de hormigón con enredaderas como el ficus pumila y escaladoras, sin contar con arbustos y árboles trasplantados que dan alivio visual al entorno construído, el cual, me imagino muy duro si no fuera por esas plantitas que le dan vida y color ahí.
En la ciudad, se fueron creando parques para que la gente se sintiera mejor, sobre todo aquellas que trabajaban en las zonas comerciales. Otro fin útil de los parques es que satisface la necesidad de ocio y entretención de las familias, que pueden ir allí a caminar.
En los 80 el gobierno ya se puso las pilas para ajustar un programa verde de calidad, que garantizara la gestión eficiente de los recursos en este oasis tropical. La idea ahora era proveer sombra a lo largo de los senderos y bordes de caminos, y además, había que añadir color a los jardines para que parecieran tales, para lo cual se fue plantando árboles frutales, plantas y flores fragantes que fueron invadiendo los parques, barrios y escuelas, además de hospitales y centros comunitarios.
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