El crecimiento económico de las sociedades más desarrolladas, no va de la mano con el crecimiento en la tasa de natalidad, y de esto creo que se ha hablado bastante antes, porque es un fenómeno que se ha dado en China por ejemplo, donde la mujer tiene un límite máximo de hijos para procrear, y si se pasa de ese límite, debe pagar multas y la vida por cierto, se le hace imposible.
Con esto y sumado a otros factores, la tasa de natalidad en Singapur se sitúo el año pasado en apenas 1,16 hijos por mujer, cifra que va muy por debajo del mínimo necesario para que la población se reponga y crezca.
En total, Singapur ya enfrenta 3 décadas sin suficientes bebés, lo que obligará a las autoridades a continuar con los programas de incentivo a atraer inmigrantes y ayudar a los solteros a concretar vínculos de pareja, apoyados por el gobierno.
Cuando Singapur consiguió su independencia en 1957, todavía había una tasa de natalidad relativamente alta, y como el espacio era tan limitado, se comenzaron a aplicar políticas de control de natalidad que redujeron el índice hasta uno de los más bajos del mundo.
Yo creo que un gobierno no debiera estar controlando algo tan personal como es la natalidad en las personas, pero también estoy convencida que la gran mayoría de las personas, prefiere que le dicten el camino que deberá andar durante sus años de vida, sometiéndose a cosas que violan un derecho tan personal como lo es decidir tener hijos. Tal vez ahora, con los incentivos que están aplicando, Singapur consiga rejuvenecer en parte, porque es innegable que los viejos cada vez viven más y mejor, y esto es también un obstáculo para integrar en la sociedad, a los más jóvenes.
Vía/ eluniversal, Foto/ (M. Glasgow) flickr